noviembre 29, 2009

Una viuda que fue feliz

Este cuento fue narrado por don Martín, de Araqueda, y recogido por Gabriel Ponce, de Cajabamba:
En una casa vivía una viuda con sus hijitos, y vivía sábelo Dios cómo. Pero un día llegó un viejecito que le dijo:
– Tal vez tenga comidita que me diera.
No tengo nada –contestó la viuda–, sólo una gallinita; pero si tiene hambre, la mataré a fin de que no se váyaste así.
El viejo contestó:
– Mátalo, pero todas las plumas no las vayas a botar, sino más bien, entiérralas.
Y así lo hizo.
Comió el viejito y se fue, pero antes de irse le dijo:
– Dios te ha de dar muchas gallinas por ser tan compadecida.
Al día siguiente, por la madrugada, cantaban muchos gallos. Y en esto se despertó la señora y encontró que todas las plumas se habían convertido en gallinas, gallos y pollitos.
Desde ese momento la señora tuvo comida para toda su vida.
Seguramente fue Dios que esos tiempos andaba.

noviembre 28, 2009

Animando a leer

En los caminos hacia alguna de las más de seiscientas comunidades en las que nos encontramos, así como en las propias Bibliotecas Rurales en las casas de los comuneros bibliotecarios, se pueden hallar afiches animando a la lectura. Aquí compartimos uno de ellos, en cuyo texto está el fragmento de un poema de Javier Heraud:
¡¡No te quedes en esta página!! Sigue leyendo en tu biblioteca…

noviembre 16, 2009

El día del “Aquí estamos”

En todas las comunidades que formamos nuestra Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, celebramos por decisión de Asamblea General comunitaria, “El día del Aquí estamos”.
Pese a todo lo ocurrido en siglos de ignominia, las comunidades han permanecido. Y no por obra y gracia de la suerte, sino por una capacidad de constancia cultivada, criada sin pausa.
Asistimos entonces a las montañas tutelares para agradecer a la tierra y a los difuntos, por su ánimo y legado.
Pagui, mama allp’a. Pagui, tayta orqo. Kam, almitakuna, rurangui milagruta ruranay suq all’inkusata.

El veneno de la conquista

(Breves fragmentos de transcripción libre hecha por la SCPM de la Red a la carta original de Francisco de Chaves aparecida en “Exsul Inmeritus Blas Valera Populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae Piruanorum”. Editado por Laura Laurencich Minelli y la MP de Chachapoyas, 2009)
A la Sacra Católica Majestad del Rey Nuestro Señor en España:
Con el debido acatamiento que debo, yo, Francisco de Chaves, conquistador en este reino del Perú y como humilde servidor que me tengo escribo a vuestra Majestad dándole cuenta de todo lo que en esta tierra ha sucedido después que en ella entró el gobernador don Francisco Pizarro, con el cual yo vine aquí en el mismo navío, en la resolución de conquistar un reino.
No obstante lo que dicen los otros de la empresa victoriosa contra el rey de estas tierras, el cacique Atahualpa, certifico que esto que escribo es la verdadera verdad de las cosas pasadas, para hacer justicia y remediarlas, de manera que la honra y la autoridad de la corona de España, la fuerza y la lealtad de sus armas no sea enlodada por lo que ha sucedido en Cajamarca.
Sepa que vino en aquel navío Fray Vicente de Valverde de la orden de Santo Domingo con Fray Juano de Yepes y Fray Resinaldo de Pedraza. Don Francisco Pizarro y los tres religiosos conversaban en el navío mucho tiempo juntos y no para hablar de la cura del alma del dicho capitán…
Yo escuché parte por parte la plática entre los cuatro, que los indios gustaban mucho de nuestro vino pues no lo conocían, que el capitán había notado en los viajes precedentes y hallado como medio para hacerse amigo de los indios y vencerlos…
Francisco Pizarro preguntó a Fray Yepes si había disuelto el veneno según lo que ya había proveído, para realizar sus diabólicos pensamientos y sellar cuatro barriles de moscato con una dosis de envenenamiento tan caudalosa y poderosa (…)
Francisco Pizarro ofreció el vino envenenado con buenas palabras de persuasión y amigabilidad persuadiéndolos que vinimos en paz…pero en el corazón ya tenían su dañada intención con los frailes de hacerse señores de todo este reino…
En el vino envenenado está la verdad de la conquista, que Pizarro escondió. No tuvimos la victoria por nuestro ánimo ni por nuestra determinación de vencer o morir, según las lenguas dicen.
Pizarro rechazó de combatir desde el principio recurriendo al fraude que deshonra a un caballero del hábito de Santiago…
Así fue que el mortífero veneno dio el triunfo a Pizarro… La codicia de todo el oro del mundo no puede jamás perder así el juicio de un caudillo, para hacer como se ha hecho, una suprema injuria…
Tengo confianza que vuestra Majestad hará justicia tan ejemplar como la atrocidad de los delitos lo requieren.
Escrita en Cajamarca a 5 de agosto de 1533.
Su humilde siervo
Don Francisco de Chaves

Atahualpa y el libro

Tarde del 16 de Noviembre de 1532.
Acechan la ambición y los cuchillos.
En la Plaza de Armas de Cajamarca, el inca vestido de cristales pregunta a los blancos barbados con qué derecho están matando a sus hijos.
Un lengua le traduce el requerimiento:
Sométete”, le dicen, “Renuncia a tus dioses y a tu vida. Subyúgate”.
Y le entregan un libro, no importa cuál.
Atahualpa lo huele.
Atahualpa arroja el libro.
¿Arroja el libro?
No: arroja la prepotencia, arroja lo que dice el libro, arroja el mundo que representa el libro.

noviembre 14, 2009

Cómo dirige la hoja de coca

Cuenta don Marcial Huamán de Luichucolpa y don César Julón de El Enterador:
Para que un médico cure a un enfermo también tiene que poner su armada (bolo de coca). Para que empiece a curar le va conversando a la coca, le dice:
– Coquita, aquí me vas a contar y me vas a decir la pura verdad.
Si lo voy a sacar a este enfermo me endulzarás, coquita miel ni que miel, que si no lo voy a sanar me amargarás, coca marco ni que marco (hoja muy amarga).
Los médicos también lo conversan a la coca para que den sus remedios. Si acaso la coca les amarga, no se comprometen a dar remedio, pero si les endulza sí dan ese remedio.
Muchos campesinos tienen experiencia en la coca para que hagan cualquier contrato o cualquier negocio. En esta forma no van a tener ninguna pérdida porque tienen quien los guíe.

Es como ver la suerte, digamos, también con la coca.
El maestro dice:
– Vamos a ver, coquita de siete virtudes que Dios te ha dado, dime la pura verdad, si este enfermo se sana o no...
El maestro le da su resuello tres veces.
– Si se sana me endulzas azúcar ni qué azúcar y si me va a ir mal te harás marco ni que marco. Vamos a ver, en nombre de Dios y de la Virgen Santísima, quiero que me digas la verdad.

Cambio climático y conocimiento andino en Cajamarca

A inicios de este año, Alfredo Mires Ortiz presentó una conferencia en el marco del foro “Cambio climático, ordenamiento territorial y gestión de riesgos en el desarrollo regional para la reducción de la pobreza”, organizado por diversas instituciones cajamarquinas.
Amigos de la Red nos han solicitado difundir todo el texto de la conferencia. Aquí presentamos sólo algunos extractos:

Un punto de partida elemental para comprender la percepción que desde el campo podemos tener sobre el cambio climático, es la filiación de los seres humanos con la naturaleza, en la que todo vive y todo juega un papel fundamental para la salud de la tierra. Esto significa que el cosmos y todo lo que en él habita no puede ser considerado como un recurso, sino como parte del entramado filial o tejido vivo llamado ‘comunidad’.
Implica formas de relación basadas en la crianza y la reciprocidad, en el diálogo y la equivalencia, así como en la gratitud y la gratuidad, pero no en la explotación y el lucro, no en el aniquilamiento ni en la acumulación.
Se comprenderá lo chocante que puede resultar cuando, a través de los medios de incomunicación, escuchamos expresiones como “la furia de la naturaleza”, o “la inclemencia del tiempo”. Más aún cuando, desde esta filiación con todo lo que anida en la comunidad, las señales de los cambios en el tiempo son enunciadas por los cerros, las plantas, los animales, los vientos y hasta el color y la textura de las hojas y las aguas.
Es la presencia del agua la que marca el ritmo de los tiempos y los quehaceres agrícolas. Es una relación absolutamente diferente a la que se tiene en las ciudades, donde uno puede ir al baño unas seis veces al día, tirar la palanca del retrete sin un ápice de consciencia y arrojar al desagüe cada vez unos doce litros de agua, la misma cantidad que se necesitaría para sostener una familia de cuatro personas en el campo.
Pero todo este ritmo de sístoles y diástoles comunitarias evidentemente están cambiando, y esto es fácil de percibir porque la alteración de los indicadores o señales naturales es estrictamente proporcional a la alteración de los ritmos agrícolas. “El tiempo se ha vuelto loco”, se escucha decir en los campos; y el oír “Este año sí es para quejarse” se va volviendo más constante.
La desaparición de especies (sobre todo de los sapos o ampatu, relacionados míticamente con las pléyades), es una evidencia simbólica y real de los cambios climáticos y la desaparición de las aguas. El desvanecimiento de manantiales, la reducción del volumen del agua en las acequias, la contaminación de los ríos y la pérdida paulatina y consecuente de los rituales y prácticas culturales relacionadas con el agua, ratifican agudamente estos cambios.
Y el cambio de los tiempos implica a la vez alteraciones de orden ético, azuzadas por modelos consumistas, por el protervo endiosamiento de las industrias extractivas, la estimulación de competitividades individualistas y la instauración como paradigma del “sálvese quien pueda”.
La percepción de los cambios climáticos son –en este momento– una constante real de preocupación en las comunidades campesinas de Cajamarca, pero esta preocupación se da desde la visión filial de lo que puede ocurrir con la tierra como madre y con el mundo como ser vivo; no como un riesgo de pérdida funcional de la naturaleza, es decir por la inminente carencia de los “recursos no renovables” en desmedro de los humanos.
Estos cambios climáticos, al mismo tiempo, se evidencian como una cadena con eslabones de destrucción, corrupción, enfermedades y francas perturbaciones en las formas tradicionales de vivir de las comunidades. Es indudable que la desnaturalización del hombre conlleva a la desacralización del mundo y la cosificación de la naturaleza incuba la propensión a dominarla y destruirla.
De manera que no nos hallamos frente a la amenaza de un desastre, sino frente a un desastre permanente. O, como leí alguna vez en un sabio grafiti, “Las inundaciones no se producen porque los ríos crecen, sino por que el país se hunde".
Tenemos una fortuna inmensa que nos han legado nuestros mayores: proteger la cultura significa proteger la naturaleza en la que anida. Esto significa que si se altera la naturaleza, se altera a la vez la posibilidad de ser leída. Y viceversa. Si se altera el paisaje, es como si se alteraran las páginas de este prodigioso libro escrito armónicamente con las pinceladas diestras de las comunidades fraternas.
La restitución de los componentes identitarios y el robustecimiento de los conocimientos colectivos son también una tarea de dignificación y de defensa de los derechos de las comunidades campesinas: la justicia no puede seguir siendo como las víboras que sólo muerden los pies descalzos.

noviembre 11, 2009

El Programa Comunitario

Nos escriben preguntando cuál es la relación del Programa Comunitario (o Programa para el Acompañamiento de niños con Capacidades Proyectables) con nuestra Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca.
Respondemos: el Programa es parte de la Red.
La Red, como organización, tiene Programas de Trabajo que dedican sus esfuerzos a aspectos específicos de la realidad campesina, en el marco de sus principios y metodología. Uno de ellos es el Programa Comunitario, que acompaña en el propio campo a los niños llamados “discapacitados”.
Pero, ¿qué tienen que ver “bibliotecas” con “discapacitados”?
Todo. Para comprenderlo primero debe desmontarse la idea clásica de biblioteca como sinónimo de almacén de libros.
Nuestra Red es un movimiento cultural indígena-campesino que no se sujeta a los discursos hegemónicos ni a las estructuras preconcebidas oficialmente.
Las Bibliotecas Rurales de Cajamarca tienen a la comunidad como punto de partida. Y la comunidad es nuestro punto de llegada.
Y los niños “discapacitados” son parte vital de nuestras comunidades. No son personas aparte a las que hay que “incluir”.
A nivel orgánico, la Red tiene tres Secretarías. La Secretaría de Capacitación y Producción de Materiales es la que abarca a los Programas de extensión. Uno de ellos es el Programa Comunitario.

Libro Solidario

A inicios de este año –y gracias a la intercesión de Laura Lucio– pudimos conocer y ponernos en contacto con Solidarios para el Desarrollo, una organización de la sociedad civil vinculada a la Universidad Complutense de Madrid y que entre sus objetivos prioritarios están el voluntariado social, la cooperación con los pueblos empobrecidos del Sur y la sensibilización de la sociedad en temas de justicia social y solidaridad.
Una de las áreas de trabajo de Solidarios es el programa de cooperación del Libro Solidario, que envía bibliotecas a países del Sur bajo la convicción de que los libros son un factor de desarrollo y que desde la comunicación y la cultura se puede lograr un mundo más justo y equitativo.
María Muñoz Coronado, técnica responsable del programa, está convencida que, entre todos, ¡otro mundo es posible!
Con María hicimos todas las coordinaciones para contar con una donación de libros. Y 60 cajas salieron rumbo a Perú este 1º de agosto. Unos 20 días han tardado por mar de España a Lima, ¡pero más de 2 meses de Lima a Cajamarca!
La burocracia local se puso muy empeñosa para hallar trabas y exquisita en sus requisitos para poder retirar los libros.
En sus casi 40 años de existencia, nuestra organización nunca ha recibido el más mínimo apoyo del Estado peruano. Y encima tenemos que capear la indecencia de su ineptitud.
Afortunadamente, la solidaridad se abre paso y los esfuerzos fraternos nos aúnan más todavía.
Los libros son herramientas que abren el mundo para compartirlo. Eso lo sabemos en cuerpo y alma en el campo de Cajamarca.

Animando a proteger el patrimonio

En las comunidades aledañas al Apu Qayaqpuma –la montaña sagrada que alberga unos 400 paneles con pinturas rupestres–, nuestra Red ha difundido afiches animando a proteger el patrimonio tanto natural como cultural.
Aquí compartimos otro de ellos.

La espalda del clima

En abril de este año, la Red encargó a Alfredo Mires diseñar una exposición fotográfico-textual sobre el cambio climático, la misma que fue exhibida en coordinación con el Grupo de Formación e Intervención para el Desarrollo Sostenible – GRUFIDES y otras entidades cajamarquinas.
Aunque la exposición se llevó a cabo en una sala de la ciudad durante un mes, ha continuado su periplo en varias provincias y lugares de Cajamarca, con la asistencia de escolares y público en general.
El texto de apertura señala:
Existe el riesgo de abordar el tema del cambio climático sólo como un tema, como una cuestión anecdótica y esporádica, paisajística y de moda, como una historia de nadie y una vadeable culpa de todos.
Pero este cambio está aquí, en medio de todo, hijo legítimo de una devastación que no cesa, con rostro y con cuerpo propio.
"La espalda del clima" pretende mostrar no sólo el azote, sino el reverso: volver a mirar y a mirarnos, tratando de comprender el cambio climático como un espejo. Y como un desafío”.