abril 22, 2015

Eduardo presente

La palabra de Eduardo Galeno fecunda e impele.
Hace ya muchos años publicamos de él “El rescate de la historia nunca contada”, “Ser como ellos” y “Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano”, pues desde el inicio nos cedió plena autorización para publicar sus escritos.
El año 1997, cuando publicamos “Mama Santos, yach’aqmama de Chilimpampa”, Eduardo escribió: “Hay un gentío adentro de esta mujer. Gracias a Bibliotecas Rurales podemos escuchar las muchas voces reveladoras que por su boca dicen”.
Más adelante publicamos de él una selección de “El libro de los abrazos” y hace poco “¡Lanza rayos, colibrí!”, basados principalmente en sus reflexiones de “Úselo y tírelo”.
De nuestros libros escribía diciéndonos “¡Gracias por la materia prima!”.
En el 2004, Eduardo publicó “Bocas del tiempo”: ese libro suyo fue plenamente ilustrado con la iconografía de Cajamarca compilada por nuestro compañero Alfredo Mires.
Y en el 2008, cuando Eduardo leyó el borrador final de nuestro libro “Cosmovivencia: la concepción del mundo desde la tradición oral cajamarquina”, trabajado por Alfredo, nos escribió:
“Este libro tiene muchas piernas.
Esas piernas tienen muchos caminos.
Esos caminos tienen mucha memoria.
Esa memoria tiene muchas vidas
y esas vidas andan, recuerdan y dicen
por los caminos de este libro que he tenido la dicha de leer”.
Este texto de Eduardo fue publicado tanto en la contracarátula del libro como en su respectivo separador de páginas.
Ahora, como un despunte de esos sembrares fraternos, tanto “¡Lanza rayos, colibrí!” como “Cosmovivencia”, son títulos que algunos docentes han decidido incorporar en su plan lector para estudiantes de secundaria en Cajamarca.
Este nutrir de lecturas es un preludio de generosas cosechas.

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